martes, 20 de octubre de 2009

Mercadotecnia para Instituciones Educativas

Anteriormente he sido alumno de un curso a distancia sobre este tema, en el cual mi docente-tutor fue el argentino Lic. Juan Manuel Manes, a quien tuve el honor de conocer en una de sus visitas al Perú. En aquella oportunidad me encontraba participando de un proyecto educacional para un grupo editorial español, por lo que entrevisté al autor del libro “Marketing para Instituciones Educativas”.

Ahora bien, en una de mis últimas ponencias dirigido a directores de centros educativos combiné mi experiencia en el sector con el aporte de dicho libro. En tal sentido, en este post aprovecho para mencionar los veinte errores más comunes en mercadotecnia educativa, según esta buena guía para planificar la captación y la retención de alumnos.

1. No realizar estudios de mercado.
2. No tener una planificación de mercadotecnia.
3. No desarrollar nuevos servicios educativos.
4. No saber solicitar una donación institucional.
5. Fijar precios sin considerar costos, competencia ni demanda.
6. No desarrollar redes educativas consistentes.
7. Publicar anuncios sólo en la sección educativa o cultural de los medios.
8. No organizar reuniones informativas que promuevan matrículas.
9. Olvidarse de los ex-alumnos.
10. Realizar mal el marketing directo.
11. No involucrar al personal docente y no docente.
12. Integrarse pasivamente en la comunidad.
13. No realizar promoción institucional.
14. No realizar o realizar mal tele-marketing
15. Carecer de materiales de promoción.
16. Creer que realizar mailing es sólo escribir cartas.
17. Publicitar la institución por medios ilegales.
18. No realizar perfeccionamiento docente.
19. Restringir la participación de los padres.
20. Rechazar la mercadotecnia educativa.

Finalmente, sólo me queda transmitir que la mercadotecnia educativa se define como la investigación de necesidades para producir un crecimiento integral del alumno a través de servicios educativos acordes a su valor percibido, disponibles en tiempo y lugar, y éticamente promocionados para lograr su bienestar, el de sus padres o apoderados y de la comunidad a la que conciernen.

Y desarrollarlo con la menor cantidad de errores posible redunda en un beneficio, no sólo para la institución educativa, sino también para la sociedad que demanda y utiliza sus servicios.